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Claudia Sepúlveda, investigadora del Núcleo de Ciencias Sociales “Un conflicto ambiental puede generar cambio social y nuevos aprendizajes”

Claudia SepúlvedaSocióloga de la U. de Chile, Magíster en Asentamientos Humanos y Medio Ambiente de la Pontificia Universidad Católica de Chile y pronta a graduarse de Doctora en Geografía Humana por la British Columbia University, Canadá, Claudia Sepúlveda es la nueva investigadora que se incorpora al equipo de trabajo del Núcleo de Ciencias Sociales de la U. de La Frontera.

Con una trayectoria importante en el área de investigación en Ciencias Sociales, la profesional llega a la UFRO para fortalecer el quehacer científico del Núcleo, especialmente a través del Centro de Estudios de la Patagonia (CIEPatagonia)-, para ejecutar un proyecto Fondecyt que se acaba de adjudicar y también para desarrollar un programa de investigación orientado a conectar las problemáticas ambientales con la tradición teórica post-humanista. “A partir de los temas que he investigado relacionados principalmente con conflictos ambientales y conservación de la biodiversidad, me propongo explorar preguntas posthumanistas que apuntan a interrogar y revisar lo que culturalmente entendemos por ‘lo humano’, su ontología, y por la relación con ‘lo no-humano’. Estas preguntas forman parte de lo que se ha llamado ‘el giro ontológico’ en Ciencias Sociales, y creo que en ellas radica la posibilidad de cambios sustantivos en la relación de los seres humanos con la naturaleza”, explicó.

La investigadora cuenta que en primera instancia, sus aspiraciones son integrarse activamente a los equipos mencionados y apoyar iniciativas que se vinculen a temas de interés para el Núcleo, incluyendo, por ejemplo, el área de participación ciudadana ambiental, con la que ha estado vinculada de forma profesional y académica durante los últimos 20 años. Asimismo espera colaborar con el trabajo docente aportando con una línea metodológica conocida como ‘foros híbridos’, que surge de los estudios post-humanistas de la ciencia, y que por ser un enfoque de participación social de gran utilidad, sirve para afrontar controversias socio-técnicas, como las ambientales.

El desastre como oportunidad de cambio

Esta perspectiva post-humanista es la que Claudia Sepúlveda aplica en su tesis doctoral, la que analiza los efectos de largo plazo generados por el desastre del Río Cruces, en Valdivia. Un caso que causó gran impacto a fines del 2004, por la muerte masiva de cisnes de cuello negro y otras especies a raíz de la contaminación industrial de un humedal protegido.

Socialmente, el desastre constituyó un punto de quiebre en la relación de Valdivia con su entorno, pero también marcó un antes y un después en las instituciones ambientales del país y en la cultura ambiental de las empresas chilenas. “Elegí este tema porque me permite comprender cambios sociales y aprendizajes que pueden derivarse de un evento tan paradigmático como es un desastre que es reconocido como un hito en la historia ambiental de Chile”.

El estudio tiene como centro dos cosas: el primero tiene que ver con los efectos y los cambios que el desastre ha generado. Estos cambios se pueden ver o trazar en distintos sitios. Uno de ellos son las instituciones ambientales y otro son las prácticas ambientales. Respecto de las instituciones, el cambio directo más relevante fue la reforma ambiental de Chile, aprobada en 2009, cuyo contenido se conecta directamente con el desastre. Y en cuanto a las prácticas, ocurrieron cambios significativos en la empresa directamente vinculada, que a su vez tuvieron eco en el mundo empresarial. “Celulosa Arauco es la empresa forestal más grande de Chile, así que tanto su crisis como sus transformaciones no pasaron inadvertidos”, dijo la experta. A esto se sumaron las prácticas de los mismos habitantes de Valdivia y su relación con los humedales urbanos. Una serie de iniciativas de protección de humedales, que involucran a todo tipo de actores, surgieron después del desastre, lo que refleja también una transformación en
la ciudad y su identidad.

“Pero el tema que a mí más me interesa, tiene que ver con dar un espacio a los agentes no humanos en estos cambios sociales y políticos tan relevantes. En este caso a los cisnes, al río y al Santuario del Río Cruces. ¿Por qué? Porque vivimos una realidad que es performada constantemente, y en esta acción distintas ontologías o mundos están continuamente encontrándose. Nuestra comprensión occidental moderna ha reducido a la naturaleza como un dominio externo a lo social. Sin embargo, el post-humanismo permite hacer visible que lo no-humano, y en este caso los cisnes, cumplen un papel como agentes políticos, es decir, como actores que ‘hacen cosas’ que tienen un efecto sociopolítico, que dejan ‘marcas’ en las instituciones y en las prácticas sociales. Al entender la sociedad de esta forma, se modifica también nuestra relación con lo natural”, concluyó.

En octubre de 2004 fue emitida la primera información que daba cuenta de la muerte de entre 300 y 1000 cisnes de cuello negro que vivían en el Santuario de la Naturaleza Carlos Anwandter, en el Río Cruces, primer sitio Ramsar de Chile, ubicado al norte de la ciudad de Valdivia. Esta ave es endémica de América del Sur y el mencionado Santuario, es un humedal –que se formó después del terremoto de 1960- que con los años se transformó en el principal sitio de anidamiento de esta especie; contabilizándose a comienzos del 2004 alrededor de 6.000 de estos cisnes, según censos llevado a cabo por la Corporación Nacional Forestal (CONAF).

Pero hace diez años atrás, la repentina muerte de esta y otras especies, dieron la alarma de que algo estaba pasando. ¿Qué había sucedido? El 30 de enero de 2004 entró en funcionamiento la Planta Valdivia de la Celulosa Arauco y lo que comenzó como simples denuncias por el inicio de trabajos no debidamente regulados, se transformó en un desastre ambiental. Aunque la relación entre las descargas de la planta y los agudos cambios ocurridos en el Santuario fue tempranamente establecida por un estudio de la Unversidad Austral de Chile, estas conclusiones no contaron con respaldo oficial. En julio de 2013 el Primer Juzgado Civil de Valdivia condenó a la empresa de celulosa por el daño ambiental causado, decretando a esta industria como la única causa directa del desastre. Actualmente en Valdivia un Comité Científico Social se encuentra diseñando las medidas de reparación decretadas por el tribunal.

18/03/2014